20, Junio, 2022

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Tres trucos para desarrollar el carisma si aspiras a dejar huella en la oficina y liderar equipos
El carisma, ese poder que hace memorables a algunas personas, puede entrenarse. Y todos podemos llegar a ser carismáticos independientemente de la posición que ocupemos en un equipo u organización. La 'coach' e investigadora Sandra Burgos nos da las claves para conseguirlo.
Elena de los Ríos
Al final, la posición que cada uno juega en un equipo, nuestro lugar en la oficina, también es cuestión de estrategia. Algunos profesionales prefieren incidir en la efectividad, sin buscar necesariamente un protagonismo especial. Otros se empeñan en visibilizarse también en creatividad, comunicación y liderazgo, arriesgándose más a cometer errores. No conviene confundir ninguna de estas posiciones (ni todas las que se encuentran entre ambos polos) con el carisma: una profesional puede ser carismática sea cual sea su posición. Porque todos dejamos huella en el medio ambiente laboral e impactamos en nuestras relaciones interpersonales, por reducidas que sean. Hablamos de soft skills. Capacidades blandas que se demuestran cada vez más invencibles.
'Tú dejas huella' (Ed. Vergara), de la coach Sandra Burgos, pedagoga e investigadora en la Universidad de Santiago de Compostela, supone una buena guía para cualquier profesional que desee detectar su carisma natural, desarrollarlo y llevarlo a su máxima expresión. De hecho, Burgos demuestra en su libro que el carisma, ese poder que hace memorables a algunas personas, puede entrenarse. La autora sugiere comenzar por un auto-examen que responda a una pregunta sencilla: ¿Cuál es mi tipo de carisma natural? Existen dos tipos predominantes: autoridad y accesibilidad. Según el tipo de carisma que poseamos, deberemos potenciar uno u otro. De esta forma, podremos decidir en cada momento cómo queremos que se sientan los demás ante nuestra presencia, admirados o cómodos.
Sandra Burgos tiene razón: aunque prefiramos que nuestros compañeros de trabajo nos vean accesibles y se sientan cómodos, probablemente nos interese mostrar autoridad y producir admiración cuando pidamos un aumento de sueldo. Por eso es tan importante entrenar las dos. A partir de aquí, Burgos sugiere tres trucos fáciles de poner en práctica:
1. Controlar la comunicación no verbal. Vístete con colores que comuniquen alegría, vitalidad, salud y atractivo. Modula a la hora de utilizar la mirada de poder, la mirada social o la mirada íntima, para mostrar nuestras intenciones o marcar límites.
2. Hablar en positivo y sin aburrir. Destierra las palabras negativas, reactivas y tristes y evita aburrir con tu discurso. Sé consciente de cómo puedes influir en el estado de ánimo de los demás. Conecta con anécdotas, provoca la empatía y agradece y valora siempre los comentarios de los demás.
3. Generar 'raport'. Se trata de una sinergia que nos hace confluir emocionalmente con nuestro interlocutor: acabamos hablando en un tono de voz similar, con gestos faciales y corporales similares, incluso a una velocidad y volumen parecidos. Es un síntoma de que empatizamos profundamente.
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