10, Agosto, 2021

Montaje. Getty.
El peligro de psicoanalizar a desconocidos en las redes sociales
Tras el aluvión de comentarios repletos de odio, llegan los diagnósticos carentes de validez médica con los que muchos creen estar validando sus creencias sin tener en cuenta los efectos que pueden tener en las figuras públicas que los reciben.
Por Marita Alonso.
No le sorprenderá a nadie saber que las redes sociales despiertan una falsa sensación de intimidad y cercanía que es la responsable de que muchos crean poder diagnosticar la salud mental de quienes a ellas se exponen. Las redes hacen que muchos usuarios desarrollen relaciones parasociales con las personas públicas, aumentando de esta forma la sensación de (falsa) intimidad, algo que sumado a la salida del armario de la salud mental, ha provisto a muchos de etiquetas y diagnósticos que creen que al lanzarlos a desconocidos, les ayudan a sonar más adultos y cultos.
Al emplear estos calificativos, creen estar validando sus opiniones y les hace sentir que no se están comportando como haters, sino como personas que quieren ayudar. Uno de los problemas que desata este tipo de conductas es que al ser muchos los personajes públicos que comienzan a hablar sobre salud mental, hay quienes creen tener el derecho a saber exactamente qué les ocurre a aquellos a quienes siguen, y no se dan cuenta de lo invasivo que resulta el que estén especulando sobre un tema tan delicado.
La youtuber e influencer Emma Chamberlain se hizo conocida por hablar abiertamente de su depresión, sus desórdenes alimenticios y su ansiedad. Su sinceridad fue la responsable de que se convirtiera en un fenómeno en las redes, que fueron precisamente las que le empujaron a abandonarlas cuando tanto en los comentarios como en foros se comenzó a hablar acerca de su silueta, sus hábitos alimenticios y su comportamiento. Cuando aseguraron que estaba deprimida, un giro del destino hizo que terminara por padecer depresión al leer tales comentarios.
Cuando seguimos a figuras públicas en internet, las vinculamos a una narrativa en la que creemos que encaja, por lo que cuando hacen algo inesperado, tendemos a patologizar para intentar así comprender sus comportamientos e incluso empatizar con ellos. Sin embargo, si no somos psicólogos, no ayudamos a esas personas, sino que posiblemente hacemos lo contrario.
El que los memes se hayan adentrado en el universo de la terapia también es responsable de que muchos se crean expertos psicólogos, aunque a su vez estos ayudan a muchos a valorar de forma crítica sus propias experiencias y a quienes también han pasado por situaciones similares, les ayuda a enfrentarse a temas delicados como si se tratara de un diario visual. Como los traumas involucran la vergüenza y el secreto, pues en muchas ocasiones se tiende a la autoculpa, darse cuenta de que hay tantas personas ahí fuera que han pasado por lo mismo es una forma de comenzar a superarlo. Por ello, ver o crear memes relacionados con traumas u otras temáticas, puede ayudar.
Sin embargo, no hemos de equiparar su poder con la terapia ni hemos de sentirnos jamás capacitados para diagnosticar a desconocidos online. El que la salud mental sea un tema de conversación cada vez más pública no quiere decir que ahora todos seamos psicólogos, y hemos de tener en cuenta los estragos que la especulación puede tener sobre la gente que se expone en las redes.
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