5, Octubre, 2022

Ochagavía. Foto: Francis Vaquero / Turismo de Navarra
Ochagavía, el precioso pueblo navarro asomado al espectáculo otoñal de la Selva de Irati
El pueblo de postal de Ochagavía, con sus calles empedradas, casas de piedra de tejados rojos y su puente medieval, es un plan de otoño perfecto para disfrutar de la impresionante naturaleza del Pirineo navarro. La localidad sirve de puerta de entrada a la Selva de Irati, uno de los hayedos más extensos de Europa.
Guadalupe Rodríguez
Con sus temperaturas suaves y paisajes vestidos de colores rojos y ocres, el otoño resulta la estación perfecta para conectar con la naturaleza y lo que nos ofrece, desde baños de bosque a enoturismo, visitando bodegas o alojándote en hoteles entre viñedos. Te proponemos conocer (si no lo has hecho aun) el Valle de Salazar, nombre que te sonará si has leído ‘La trilogía del Baztán’, de Dolores Redondo. Este valle, a poco más de una hora en coche de Pamplona y muy cerca de la frontera francesa, guarda dos tesoros: Ochagavía (Otsagabia, en euskera), el pueblo que disputa el título del "más bonito de Navarra", y un paisaje natural privilegiado para disfrutar de planes al aire libre, la Selva de Irati.
A 764 metros de altitud, en el noreste de Navarra, se esconde un pueblo de cuento, rodeado de altas cumbres y extensos bosques de hayas y pinos silvestres, a la ribera de los ríos Zatoia y Anduña, que cruza un encantador puente medieval. La torre de la iglesia fortaleza de San Juan Evangelista, que guarda un retablo renacentista, destaca por su ubicación en alto entre las casas de piedra de característicos tejados rojos a dos aguas, de blasonados dinteles y floridos balcones. Busca en sus empedradas calles los palacios medievales de Urrutia, Iriarte y Donamaría, que sobrevivieron al fuego que asoló la localidad en 1794, durante la Guerra de la Convención que enfrentó a España y Francia.
En la ribera del río se encuentra el Centro de Interpretación de la Naturaleza de Ochagavía, donde, además de visitar una exposición de los recursos naturales y etnográficos de la zona, te pueden informar de las rutas, guiadas o por libre, para conocer la zona a pie o en bicicleta.

El santuario de Nuestra Señora de Muskilda, de estilo románico, a una hora a pie por una empinada carretera, es uno de los paseos más frecuentados, sobre todo cuando se celebra la romería cada 8 de septiembre, fiesta en la que bailan ocho ‘dantzaris’ con un personaje llamado “Bobo”. Las vistas merecen la pena en cualquier época del año. Otras rutas de senderismo llevan hasta el barranco de Otsate, Isaba o Udi-Jaurrieta-Escároz.
Si estás en buena forma física, puedes acercarte hasta el pico de Ori, al norte del valle de Salazar, de 2.021 metros de altitud. Según las leyendas, en su cima se refugia Mari, la diosa madre de la naturaleza en la mitología vasca, y Basajaun, el señor del bosque. En invierno, cuando el valle se cubre de nieve, es posible disfrutar del deporte en los 30 kilómetros de las pistas de esquí de fondo de Abodi-Salazar.

Selva de Irati
Cuando prefieres sumergirte en un baño de bosque y tu deporte es hacer fotos o escuchar a los pájaros, encontrarás en la selva de Irati 17.000 hectáreas de naturaleza salvaje que explorar sin prisa. Esta joya de los Pirineos es el segundo mayor bosque de hayas y abetos de Europa después de la Selva Negra en Alemania, además de una Zona de Especial Protección de Avifauna. Uno de los últimos reductos del pájaro carpintero, en ella viven rapaces (buitres quebrantahuesos, águilas reales o halcones peregrinos), ciervos y jabalíes, entre otros animales.
El mirador de Pikatua ofrece la posibilidad de disfrutar del cambio de colores otoñal de las hojas de las hayas, robles y abedules que nacen al frescor del río Irati y elegir alguno de los 16 senderos balizados de este bosque, como los que llevan a la ermita de la Virgen de las Nieves, el embalse de Irabia o la cascada del Cubo.

Dónde comer
La gastronomía navarro-pirenaica ofrece un festín de ternera y cordero para los carnívoros. Las carnes se preparan al horno, a la brasa o al chilindrón. Productos de kilómetro cero como el queso, las setas y las truchas tampoco faltan en las cartas de los restaurantes de la zona. Al ser zona de pastores, uno de los platos típicos son las migas.
En Ochagavía, junto a la iglesia de San Juan Evangelista, el Asador Sidrería Kixkia ofrece chuletones a la brasa, acompañados de una carta de vinos seleccionados por el presidente de la Asociación de Sumilleres de Navarra Mikel Ceberio.
Dónde dormir
Ubicado en una casona típica en el centro de Ochagavía, reformada íntegramente en 2014, el Hotel Rural Auñamendi es un negocio familiar de 13 habitaciones, bar y restaurante, donde dormir, tomar unos 'pintxos' o compartir un cordero o una merluza con los amigos. Su nombre procede de la denominación en euskera de los Pirineos.
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