7, Julio, 2022

Foto cedida por Lindsay Macmillan.
Lindsay MacMillan, la vicepresidenta de Goldman Sachs que lo dejó todo para escribir novelas de amor
Acababa de cumplir 28 años y solo llevaba un mes en el cargo, pero Lindsay MacMillan lo tuvo claro. Decidió dejar su puesto como vicepresidenta en Goldman Sachs para entregarse a su verdadera pasión: escribir historias de amor. Esta es su (novelesca) historia.
Elena de los Ríos
La llaman the Great Resignation, o sea, la Gran Renuncia, porque son ya muchos millones los trabajadores estadounidenses que, tras la pandemia, decidieron abandonar sus trabajos para buscar un cambio vital. Es complicado ilustrar solo con números un fenómeno con rasgos tan existenciales, esos que solo cada testimonio individual puede desvelar. El de Lindsay MacMillan resulta extremadamente ilustrativo, sobre todo porque no tiene como protagonista a una empleada que soporte jornadas extendidas y salarios bajísimos. MacMillan ya era vicepresidenta de Goldman Sachs cuando decidió cerrar la puerta de su despacho y no volver la vista atrás. Acababa de cumplir 28 años y solo llevaba un mes en el cargo. Suficiente como para darse cuenta de que debía dimitir. Una gran renuncia más.
"La huida de empleos que nos destrozan el alma está bien documentada, pero no estamos tan familiarizados con las historias sobre perseguir los sueños que nos inspiran y nos dan vida", ha confesado MacMillan. "Hubiese sido más fácil dejar mi empresa si hubiera sido miserable en ella y hubiera trabajado 100 horas a la semana, según los estándares, pero no lo era. No odiaba mi empleo, ni mucho menos. Simplemente me gustaba tanto escribir que no podía justificar que siguiera siendo un pasatiempo, algo secundario". Lo cierto es que el horario de escritora y vicepresidenta era demasiado exigente como para extenderlo demasiado en el tiempo: "Llegaba al Starbucks a las 6 de la mañana, sin excusas, y escribía durante 3 horas antes de ir a la oficina. Mis amigos bromeaban diciendo que era una especie de Hannah Montana, que compaginaba su doble vida de escritora con la de ejecutiva de Wall Street".
Lo peor de esta doble vida no era el horario, sino el secretismo con el que Lindsay MacMillan tuvo que llevar su vocación literaria. Le preocupaba que esta actividad creativa permitiera a ciertos compañeros cuestionar su compromiso con el puesto de trabajo diario. "Además, mi libro trataba sobre amor, un tema sensible y femenino, completamente opuesto a la masculinidad trajeada que suele campar en finanzas. Lo último que buscaba era ser conocida como la chica que escribía sobre amor en sus ratos libres", ha confesado. "En mi primer puesto en Goldman, había sido la única mujer inversora en el equipo de Nueva York, formado por 20 hombres. Había aprendido a vestirme como un hombre, a hablar de fútbol y a silenciar mi risa chillona para parecer más formal".
Ahora, la ex vicepresidenta de Goldman Sachs aboga por una gran renuncia general, para que todo aquel que pueda se atreva a perseguir sus sueños. De hecho, MacMillan aventura que esa es la razón por la que se están abandonando tantos empleos corporativos bien retribuidos. "Empezar una carrera convencional puede ser una decisión inteligente para darnos una base sólida, pero con el tiempo, si seguimos sintiendo ese tirón en el corazón que nos empuja hacia nuestra pasión, debemos apostar por nosotros mismos saliéndonos del camino 'exitoso' y adentrándonos en nuestra propia verdad".
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