16, Agosto, 2021

Mujeres en Afganistán. Crédito: Getty.
La agonía de las mujeres de Afganistán se hace visible ante el mundo en las redes sociales
El retroceso y la amenaza para las mujeres, que trae consigo el resurgimiento del régimen Talibán en Afganistán, llega a los ojos del mundo a través de las redes. Las portavoces son las protagonistas reales de este horror.
Mariana Rivera.
"Nosotras no contamos porque somos mujeres afganas. Moriremos lentamente en la historia": es el lamento desesperado de una joven afgana que, con lágrimas en sus mejillas, se hace viral en Twitter. Su miedo es el mismo de millones de mujeres, que hoy comparten su desgracia en su país.
En las redes sociales el mundo se vuelca para clamar protección para las mujeres y niñas de Afganistán. La impotencia se apodera al saber que ahí las conquistas de los derechos de las mujeres y niñas podrían venirse al suelo y con ello poner en peligro muchas vidas.
"Después de luchar sin descanso durante dos décadas para conseguir que se reconozcan sus derechos fundamentales, las mujeres afganas se enfrentan a la posibilidad real de ver cómo se comercia con estos logros", advertía, meses atrás, Samira Hamidi, responsable de campañas sobre Afganistán en Amnistía Internacional, ante las "conversaciones de paz" que el Gobierno de Afganistán gestionaba con el régimen Talibán. Pero, ¿Cuáles son los mayores retrocesos y peligros a los que se enfrentan las féminas en Afganistán?
De vuelta a tiempos oscuros
Las imágenes de estos días son crudas: huidas masivas, campamentos improvisados en las afueras de la capital -donde mujeres consuelan a sus niños/as aterrorizados-, escasez de alimentos y hasta personas colgando, literalmente, de los aviones en el aeropuerto de Kabul. En medio de ese caos tremendo, las mujeres son el eslabón más vulnerable de la cadena.
Según datos de Amnistía, hasta hoy 3,3 millones de niñas tienen acceso a la educación en el país de oriente medio y las mujeres participaban en política, en economía y temas sociales. Todo un logro en una región donde la violencia contra las mujeres está muy extendida y donde la participación de la mujer no se ha librado de obstáculos y desafíos.
Con la entrada de los Talibán, esa participación, no solo se vería limitada en todos los niveles, sino que se teme que sea castigada duramente. El recuerdo de la vida bajo los talibanes, en la segunda mitad de la década de los 90, aún está presente. En aquella época, las mujeres debían vestir con el burka que las cubría por completo. Además, se prohibía la educación para las niñas mayores de 10 años y existían castigos brutales, así como ejecuciones públicas.
Muchas jóvenes y niñas de la generación Z, nunca se han enfrentado a condiciones tan radicales. Hoy ellas temen sufrir lo de sus antecesoras: que el régimen vuelva a imponer la versión talibán de la sharia, que incluye la lapidación por adulterio, la amputación de miembros por robo e impedir que las niñas mayores vayan a la escuela.
Afganistán es hoy país donde, ya de por sí, la compañía del hombre es indispensable, pues las creencias locales dictan que la familia y comunidad deben romper cualquier vínculo con una mujer que no tenga mahrams (protectores masculinos). Pero, a pesar del abandono que sufren viudas y huérfanas, muchas han logrado tener una vida independiente.
Ahora, con los insurgentes al mando, ellas temen que ni siquiera puedan salir de sus casas o ser forzadas a casarse con combatientes talibanes. Esto es lo que más aterroriza a las mujeres y es que, en varias regiones donde los islamistas ya han entrado, se han impuesto restricciones de movimiento y muchas universitarias han dejado las aulas.
De todos modos, durante los veinte años de conflicto las mujeres en Afganistán ya han pagado un alto precio: han perdido a sus familias y han sido blanco de abusos. Además, según UNICEF, más de dos millones de niñas afganas todavía no asisten a la escuela. Ahora, parece que de ser víctimas de guerra, pasan también a ser víctimas de "paz", en una ocupación, que el régimen ha calificado de "transición pacífica", mientras Estados Unidos e Inglaterra evacuan su personal diplomático.
En medio de este escenario caótico, se distribuye por Internet una carta “alto el fuego”, que exige la intervención inmediata de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). En el texto, más de 1200 activistas afganas e iraníes piden protección ante la misoginia, la discriminación institucionalizada, las severas restricciones para las mujeres, que trae consigo esta crisis.