20, Enero, 2022

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Kamala Harris, año uno. ¿Se aleja su ambición de ocupar el Despacho Oval?
Cuando se cumple su primer (y accidentado) año como vicepresidenta de Estados Unidos, el futuro de Kamala Harris vuelve a estar en el aire. Sobre todo después de que Joe Biden anunciara que volverá a presentarse en 2024 y que ella será de nuevo su número 2...
Ixone Díaz
En su primer aniversario en la Casa Blanca, Joe Biden decidía hacer un anuncio inesperado que, en realidad, contenía varias noticias y muchas interpretaciones. Para empezar, el líder demócrata, que en noviembre cumplió 81 años, es el presidente más mayor de la historia de Estados Unidos y que anteriormente había insinuado que no aspiraría a una segunda legislatura, confirmaba su intención de volver a presentarse en 2024. También adelantaba que Kamala Harris le acompañará en el ticket electoral como candidata a la vicepresidencia. "Será mi compañera de campaña. Yo la puse al mando. Y creo que está haciendo un buen trabajo", dijo de manera escueta interrogado por los periodistas.
El anuncio tiene varias interpretaciones posibles. Sin embargo, la teoría de la palmadita en la espalda es endeble. Para empezar, porque su falta de efusividad fue notoria. Además, según la CNN, los aliados políticos de Harris, que sufre una preocupante crisis de popularidad desde hace meses, creen que Biden la "infrautilizada" como figura política y la "sobreexpone" a asuntos de difícil solución como la política migratoria, que ha supuesto su gran talón de Aquiles en su primer año en el cargo y que llegó a enfrentarla, incluso, con su compañera de partido Alexandria Ocasio Cortez
Planes frustrados
A nadie se le escapa tampoco que la intención de Biden de aspirar a un segundo mandato frustra los planes de Harris, que nunca ha ocultado su ambición por ocupar el Despacho Oval, algo que hace solo un año la prensa norteamericana fechaba, sin atisbo de duda, para 2024. Por eso, el anuncio, más allá de la confirmación de Harris en el cargo, es un jarro de agua fría sobre sus aspiraciones presidenciales. Al menos, a corto plazo.
Tampoco las encuestas (ni la rumorología) están de su parte. Mientras algunos sondeos estiman su aprobación entre los votantes norteamericanos en un paupérrimo 28 por ciento (es la vicepresidenta peor valorada de la historia de Estados Unidos), hace unos días Harris fue interrogada en televisión acerca de los rumores sobre la intención de Biden de sustituirla en el cargo por la congresista republicana Liz Cheney. La vicepresidenta esquivó la pregunta como pudo.
Harris termina su primer año en el Ala Oeste con un balance que la prensa norteamericana ha calificado, en términos generales, de "decepcionante" pese a haber impulsado un ambicioso plan de infraestructuras y una reforma legislativa para garantizar el derecho al voto en los estados de mayoría republicana. Rodeada de expectativas poco realistas sobre su capacidad ejecutiva, un discurso demasiado duro en materia de política migratoria le persigue desde su viaje, en junio, a Centroamericana, adonde regresará muy pronto para la toma de posesión de Xiomara Castro, la nueva presidenta de Honduras.
Con parte de la prensa norteamericana embarcada en una cruzada mediática contra ella y tras la reciente salida de dos de los miembros más senior de su staff, los problemas no hacen más que acumularse sobre su mesa. Y aún así, todavía es pronto para descartar sus opciones presidenciales de manera definitiva.
El factor Trump
Por un lado, está la volatilidad de la política norteamericana. Por otro, el propio Biden, que aunque ha expresado su voluntad de continuar, también ha dicho: "Soy un gran respetuoso del destino: el destino ha intervenido en mi vida muchas, muchas veces. Si tengo la salud que tengo ahora, si tengo buena salud, entonces me presentaría de nuevo". Por último, está en 'factor Trump', que si finalmente decide presentarse a las próximas elecciones como aspirante del partido republicano también influirá en la identidad del candidato demócrata.
Por eso, nada está escrito todavía en el futuro de Kamala Harris, que aún puede darle la vuelta a la narrativa, remontar en las encuestas, resucitar su imagen pública y, por qué no, convertirse en la primera mujer en ocupar el Despacho Oval.
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