Julia Koch: ¿quién es la nueva mujer más rica de Estados Unidos?

Julia Koch , viuda de David Koch , el gran magnate de Koch Industries fallecido en 2019, tiene ahora 60 años. Le queda mucho tiempo por delante para mostrar hasta dónde llegan los deseos de la mujer más rica de Estados Unidos , a bastante distancia de Alice Walton, heredera propietaria de Wallmart, y MacKenzie Scott, exmujer de Jeff Bezos, fundador de Amazon. Julia, de soltera Julia Margaret Flesher, ya posee el 42% de Koch, un conglomerado multinacional incluye desde empresas de computación en la nube hasta subsidiarias vinculadas a la refinería y distribución de petróleo. Las energías fósiles son el tesoro y la maldición de la compañía , de ahí que Koch Industries figure como el principal patrocinador del negacionismo del cambio climático del país. Una máquina letal.

Los siete copropietarios de Koch Industries figuran ahora mismo como las personas más ricas de Estados Unido s. Son, además de Julia, sus tres hijos, David, Mary Julia y John Mark; el hermano del fallecido David Koch, Charles, CEO de la compañía; y los herederos de otro socio fundador, J. Howard Marshall. No está nada mal para la hija de unos tenderos de Iowa , que aterrizó en Nueva York con la maleta cargada de sueño de glamour y logró un puesto de asistente del diseñador de moda Adolfo , famoso por sus 'looks' para Nancy Reagan. A los 27 años conoció al mayor de los hermanos Koch, 22 años mayor que ella , gracias a una cita a ciegas que no prosperó. Tras un reencuentro casual, comenzaron a salir. Tras cinco años de noviazgo, la pareja se casó en 1996 , en la mansión familia de Southampton.

Imperio inmobiliario

Dicen que fue Julia la que le sacó brillo a la pasión de David Koch por las artes y que es Charles, el hermano que aún lleva las riendas de Koch Industries, el loco por el poder y la influencia política. El matrimonio hizo donaciones importantes a instituciones como el Lincoln Center, el Metropolitan Museum of Art y el Smithsonian Museum of Natural History, cosa que propulsó la visibilidad de ella como ‘socialité’ . De hecho, en 1997 fue anfitriona de la codiciada Met Gala orquestada por Anna Wintour . En los últimos años ha mostrado, sin embargo, un ojo infalible para la inversión inmobiliaria , sobre todo para la restauración de propiedades históricas.

Residente del ático que fue de Jackie Kennedy en la Quinta Avenida durante 15 años, Julia Koch ha adquirido este verano una legendaria mansión de estilo Tudor construida en los años 20 en los Hamptons . Precio: 75 millones de dólares. Está muy cerca de su mansión familiar, una propiedad llamada El Sarmiento por cuya renovación obtuvo el Ballinger Award. Además, también añadió a su portfolio inmobiliario dos apartamentos en Manhattan , vendidos por Paul Allen, fundador de Microsoft, por alrededor de 100 millones de dólares. Ha sido, de hecho, la mayor operación inmobiliaria llevada a cabo en 2022 en Nueva York.

Una fortuna negacionista

De acuerdo con Forbes, Koch tiene un valor aproximado de 56.000 millones de dólares , una suma que en el último año se benefició considerablemente del alza de los precios del petróleo . Su destino va indisolublemente unido al cambio cultural que acelera la crisis climática, de ahí que la familia Koch se erija en uno de los adversarios más letales de la comunidad científica. Además de promover organizaciones libertarias y conservadoras durante cuatro décadas (el Tea Party, por ejemplo), Koch Industries invierte miles de millones en lobbies de oposición a la inversión de dinero público en la cuestión climática.

Cato Institute, uno de los ‘think tanks’ manejados por Koch Industries, organizó en 1991 la primera reunión de escépticos (hoy negacionistas) del cambio climático . Aquella reunión logró clausurar cualquier tipo de apertura del partido republicano a investigar sobre la crisis del clima, justo después de que el presidente George H. W. Bush anunciara su apoyo a la investigación sobre calentamiento global. Varios informes de Greenpeace señalan a los hermanos David y Charles Koch como "los reyes del negacionismo" han logrado convertir la causa climática en una especie de nueva Guerra fría en la que reclaman para sí un patriotismo dirigido a preservar su cuenta de resultados. Al precio que sea.