¿Era Isabel II una reina feminista?

En el futuro inmediato, todas las monarquías europeas estarán lideradas por mujeres , excepto la británica y esa versión descafeinada de realeza que persiste en el Principado de Mónaco. Victoria y su hija Estelle en Suecia , Leonor en España , Ingrid en Noruega , Elisabeth en Bélgica y Amalia en Países Bajos no serán consortes, sino jefas del Estado. Seguramente, muchas se mirarán en el espejo de Isabel II, la monarca más longeva de la historia del Reino Unido.

El modélico reinado de Isabel II no tiene , sin embargo, demasiadas trazas de feminismo que inspiren a estas jóvenes reinas, todas pertenecientes a generaciones en las que el mensaje de la igualdad viene de serie. Podemos agarrarnos a su sanción, en 2013, de la abolición de la ley que primaba los varones en los derechos de sucesión . Dicen que fue un reconocimiento a la contribución de su hija, la princesa real Ana, a la Corona británica. Para todo lo demás procuró no apartarse de la ortodoxia monárquica , lo que nos retrotrae prácticamente al siglo XIX.

Toda la biografía de Isabel II se puede entender como un trabajo de hormiguita dedicado a contrarrestar la inevitable decadencia de la institución en la posmodernidad: desde su boda con Felipe de Edimburgo retransmitida por la radio de la BBC en 1947 o su 'mea culpa' tras la muerte de Diana de Gales hasta su último y tierno anuncio con el osito Paddington. Elizabeth tuvo que convertirse en la madre de la nación y, más tarde, en la abuela de toda Gran Bretaña, mutando en un personaje icónico en el que se proyectaban las esencias imaginarias de lo británico. Por eso nadie se quejó por las barrabasadas de 'The Crown', al fin y al cabo otro vehículo para apuntalar por la vía del sentimentalismo la ficción de la monarquía.

Preguntar si Isabel II fue feminista (o si cualquier reina es feminista) supone poner bajo el microscopio la esencia misma de la institución que representa, o sea, la obligación de las mujeres de asegurar la continuidad dinástica dando a luz a su sucesor o sucesora. ¿Se puede ser feminista asumiendo la maternidad como obligación? Difícil cuestión. Mucho más prístino es su papel como el activo más valioso para la industria del turismo nacional. No en vano la monarquía británica recibe el nombre de ‘The Firm’, que responde a su capacidad para generar ingresos gracias a su mera presencia.

La industria del souvenir está de luto: saben que Carlos III no venderá tantas tacitas, camisetas o llaveros como Isabel II. Todo lo que lleva la cara de la reina se despacha como los churros, y ahora más. El rey Charles lo tiene difícil para convertirse en un icono pop y tendrá que idear su propia estrategia para asegurar la continuidad de la institución y la integridad de su fortuna. Forbes estima que el testamento de Isabel II ha repartido 495 millones de euros de dinero de bolsillo . El patrimonio de ‘The Firm’ asciende a 27,750 millones, que incluye inversiones, arte y patrimonio inmobiliario. Un imperio inexpugnable que pende del hilo de una idea.