26, Febrero, 2021

Retrato de Helga de Alvear en el interior del nuevo museo. Foto: Luis Asín.
Helga de Alvear: del 'shock' de vivir en España a convertir Cáceres en la meca europea del arte contemporáneo
Tiene una colección de más de 3.000 obras. Con piezas de Goya y Kandinsky. Y la ha donado a Extremadura. Desde hoy, la fabulosa labor de toda una vida tiene un nuevo hogar en Cáceres, el Museo de Arte Contemporáneo Helga de Alvear. La historia de esta coleccionista y galerista es tan sorprendente como algunas de las instalaciones que aloja el museo.
Con su maravilloso casco histórico Patrimonio de la Humanidad y su suculenta gastronomía, hay excusas de sobra para perderse por Cáceres. Ahora hay una más para correr a visitar la ciudad extremeña: el fantástico Museo de Arte Contemporáneo Helga de Alvear, que abre sus puertas al público el viernes 26 de febrero. El maravilloso edificio, diseñado por el estudio de arquitectura de Emilio Tuñón, expondrá 200 obras de las 3.000 que posee Helga de Alvear. Se trata de una de las colecciones privadas más importantes del mundo, con piezas de artistas que van de Goya a Kandinsky, Louise Bourgeois o Ai Weiwei. Muchas de ellas, instalaciones de gran formato. Y durante este año la visita al museo será gratuita. Una actividad perfecta que te permitirá hacer un 'detox digital' contemplando belleza.

¿Quién es Helga de Alvear y cómo ha llegado a acumular una colección tan fabulosa? Helga Müller (así se llama) nació en 1936 en la ciudad de Kirn/Nahe, en el estado alemán de Renania/Palatinado, en una acaudalada familia de industriales. Su padre, Jakob Müller, fue el fundador de RKW Group, uno de los fabricantes de plásticos más importantes del mundo. Tras la Segunda Guerra Mundial la enviaron a estudiar a un elitista colegio de la ciudad alemana de Salem, junto al Lago Constanza. Como curiosidad, en el internado Schule Schloss Salem, considerado uno de los mejores de Europa, estudió también la Reina Sofía.
Demasiado moderna para España
En 1957, con solo 21 años, la vida de Helga de Alvear da un giro de 180 grados: decidida a aprender el idioma se traslada a estudiar Cultura Hispánica a la Universidad Complutense de Madrid. A partir de ese momento, el resto de su vida estará ligada a España. En 1958, en una boda, conoce al arquitecto Jaime de Alvear. Como ella misma ha contado en una entrevista, se produjo un flechazo y se casaron al año siguiente.
Eso sí, para una mujer cosmopolita (Helga de Alvear habla cuatro idiomas), con educación exquisita y que había vivido en varias ciudades, entre ellas, Londres, la grisácea sociedad española de la época le supuso un auténtico shock. Una anécdota que contó en una entrevista en 'El País Semanal' describe muy bien la situación: "Mi marido tenía cinco hermanos. Y hay una foto de familia al lado de Córdoba, en Villa del Río, que es el pueblo donde nació, en la que todas las mujeres aparecen con medias, faldas y manga larga, mientras que yo llevo unos pantalones de campana anchísimos, años sesenta. Y claro, me odiaban a muerte... Por eso creo que nunca he podido encontrarme con los Alvear".
Helga no terminaba de encajar. Y la situación llegó a tal extremo que le provocó una depresión. No tuvo más remedio que ir a una psicoanalista (aunque lo escondió diciendo que iba al gimnasio). "Ella me entendió perfectamente, porque aunque era española estaba casada con un austriaco. Cuando terminamos el tratamiento me dijo: "Ahora busca trabajo y si hace falta arranca árboles. ¡Tú puedes!". Eso hice. Y lo sigo haciendo", ha explicado en una entrevista para la revista 'AD'.
Galerista a tiempo completo
Su manera particular de "arrancar árboles" llegó cuando en 1967 conoce a Juana Mordó, una de las galeristas más importantes de la época. Mordó la introduce en el mundillo artístico y, además, aparece el germen de su pasión: Helga le compra a Juana la primera pieza de su colección, una pintura de Fernando Zóbel que paga a plazos. Porque, aunque venía de una familia con dinero, Helga de Alvear no vivía cómodamente en aquella década de los 70. Como explicó en la misma entrevista a 'AD', su padre no le dio "ni un céntimo": "Mi marido trabajaba haciendo viviendas sociales en Entrevías, y mi padre dijo: "Te has casado con él. ¡Pues te aguantas!". Y vivíamos con 3.000 pesetas al mes. Por eso sé bien lo que es no tener dinero". Con el tiempo, y pagando a plazos algunas de las obras, la colección de Helga de Alvear va tomando la importancia que tiene hoy.

En 1980 entra a trabajar en la galería de Juana Mordó y en 1982 es una de las fundadoras de ARCO, la feria de arte contemporáneo más importante de España. Cuando Juana Mordó fallece, Helga de Alvear toma las riendas de la galería, todo un referente en Europa. En 1995 la muda a un nuevo espacio más grande, el actual, situado en la madrileña Calle del Doctor Fourquet, en pleno barrio de la Lavapiés.
Helga de Alvear cuenta que intentó donar su colección a lo largo y ancho de las ciudades españolas e incluso a Alemania, pero nadie quería construir el museo para alojarla. Hasta que un día, volviendo en coche de un viaje a Lisboa, paró en Cáceres, en el famosísimo restaurante Atrio (dos estrellas Michelin) y sus dueños, que eran amigos, le pusieron en contacto con Juan Carlos Rodríguez Ibarra, ex presidente de Extremadura. A los diez días ya estaba en el despacho del político, que le aseguró que la colección se quedaría en Extremadura. En 2006 crea la Fundación y en 2010 abre en Cáceres el Museo de Artes Visuales. Con la ampliación inaugurada hoy, la ciudad extremeña se convierte en una de las mecas del arte contemporáneo de Europa.