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By WomenNow

18, Agosto, 2022

La ficción que demoniza a las jefas: por qué molesta en ellas lo que ellos han hecho desde siempre

Myha'la Herrold en su papel de Harper Stern en 'Industry'Foto: HBO Max.

La ficción que demoniza a las jefas: por qué molesta en ellas lo que ellos han hecho desde siempre

Series como 'Industry', de HBO Max, o 'The Dropout' (Disney+), sobre la célebre estafadora de Silicon Valley Elizabeth Holmes, cargan las tintas contra las mujeres que ocupan puestos de liderazgo en las empresas. Pero también dan permiso a las ejecutivas para ser tan desagradables, agresivas y exigentes como ellos. Y eso también es igualdad.

Elena de los Ríos

A la debacle en el mundo real de la jefa millennial, aquella emprendedora del mundo digital que pasó de "founder y CEO" a cerrar el negocio por ruina, se une ahora su demonización en la ficción. Hemos detectado varias series y películas en las que las ejecutivas son, directamente, para matarlas. Por ejemplo, en ‘Industry’, la entretenidísima serie de Lena Dunham en la que vemos cómo nacen, crecen y se vuelven inaguantables los tiburones de las finanzas, cuya segunda temporada se estrena el 30 de septiembre en HBO Max. Por no hablar de 'The Dropout' y su descarnado retrato de Elizabeth Holmes, interpretado por Amanda Syfried.

No es que las mujeres con poder, las jefas, hayan tenido buena prensa antes de la debacle de la ‘girlboss’ millennial del negocio digital. Recordemos el personaje de Glen Close en ‘Atracción fatal’ (1987), un auténtico monstruo asesino y, también, una mujer liberada y con una exitosa carrera profesional. O la odiosa jefa que interpretó Sigourney Weaver en ‘Armas de mujer’ (1988), una gélida arpía a la que se castiga con el rechazo romántico.

En 'Reacción: la guerra no declarada contra la mujer moderna' (1990), Susan Faludi explicó cómo en los años 80 las ideas feministas fueron atacadas por un movimiento de reacción política y social que sostenía que la igualdad no era algo positivo. Por ejemplo, pedía a las mujeres que volvieran al hogar y la domesticidad por una supuesta infertilidad de las mujeres debido a su entrada en el mundo laboral. También se pretendió eliminar las ayudas para cuidar a los hijos que permitían a las mujeres trabajar fuera de casa.

Si a aquellas jefas se las despreciaba, humillaba y satanizaba por mandonas, ambiciosas u hombrunas, a las jóvenes jefas del clic se les criticó, y con cierta razón, que surfeaban la ola del feminismo y el empoderamiento para beneficio de sus empresas y marcas, y no de las mujeres con las que decían solidarizarse. En 'Industry’, la recién ascendida jefa tiene un comportamiento distinto: repite el comportamiento aprendido en carne propia con las que vienen detrás.

Es una especie de síndrome de Estocolmo: el personaje de la recién llegada a la oficina que recibe todo tipo de burlas y humillaciones, cuando ya no es la novata, hace lo mismo con quien viene detrás. En realidad, lo que aquí se plantea es que las mujeres, por el mero hecho de ser postergadas, marginadas y a veces expulsadas de los ámbitos de poder, automáticamente deben conducirse como la madre Teresa de Calcuta cuando llegan a jefas. Como si no pudieran elegir ser tan desagradables, agresivos y exigentes como ellos. ¿O acaso se pretende que las mujeres naden entre tiburones sin morder como cualquiera de ellos?

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