8, Febrero, 2022

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Tres errores que debes evitar si vas a dejar tu empresa y no quieres cerrarte puertas
Si has decidido abandonar la empresa para la trabajas, sé prudente y profesional en tu despedida. Nunca sabes si algún día querrás volver a abrir esa puerta. Sea formal o informal, la entrevista de salida puede condicionar tus oportunidades en el futuro.
Elena de los Ríos
Este es, probablemente, uno de los momentos de gestión de los recursos humanos menos visibilizados en la relación entre empleados y empresa. Hablamos de la entrevista de salida, un intercambio de pareceres que puede producirse en la más pura informalidad, sin un procedimiento concreto y, de alguna manera, hurtando su trascendencia sobre todo para la parte que se despide. Sin embargo, desde el momento en que comunicamos nuestra intención de abandonar un puesto de trabajo tenemos la oportunidad de convertir esos últimos contactos en algo productivo y mutuamente interesante. Si dejamos un buen recuerdo de esos momentos que pueden tener cierta tensión, jugamos a nuestro favor.
Si en ningún momento se plantea una entrevista de salida formal, tenemos que saber que cualquier interacción que tengamos con nuestros jefes desde el momento de anunciar nuestra intención de partir es significativo. De hecho, hasta pueden plantearte de manera informal preguntas que se harían en una entrevista de salida. Se trata de una técnica utilizada por la empresa para conseguir información de interés para mejorar sus procesos, a través del balance personal de un empleado que está en disposición de ofrecer una visión difícil de obtener de otra forma. Es importante tener en cuenta algo: no podemos descartar que en un futuro nos interese volver a esa compañía, con lo que la prudencia debe ser máxima.
Puede que en el futuro te interese volver a esa compañía. Sé prudente
Las preguntas que pueden salir en este tipo de entrevista son del tipo: ¿Qué ha influido en tu decisión de irte? ¿Qué cambiarías para que los que se quedan se sientan a gusto o para que la compañía funcione mejor? ¿Qué habría hecho falta para que no tomaras la decisión de marcharte? Los expertos de ifeel, la plataforma holística de apoyo psicológico para individuos y empresas, recomiendan contestarlas con sinceridad prudente, pero aconsejan evitar en todo momento tres tipos de respuestas:
1. Ataques directos a la organización
Aunque haya motivos, es imperdonable mostrar agresividad o rencor hacia la empresa, pues deteriora la imagen y puede perjudicar en el futuro. Se puede, con mucho tacto, indicar áreas de descontento, siempre de una manera asertiva y de manera educada. Desde ifeel recomiendan empezar con frases como: "Hay aspectos importantes que deben mejorar, creo que será mejor para todos y hará que muchos empleados se sientan más cómodos".
2. Respuestas vacías, planas o indiferentes
Contestaciones como "todo está bien, no mejoraría nada", pueden dar la impresión de que el empleado no se está tomando en serio la entrevista o, pero aún, que por su simpleza no es un problema que se marche. La profesionalidad tiene que mantenerse hasta el último momento, por lo que conviene tener en la recámara algún comentario constructivo que recuerde a la empresa que uno es un empleado con ideas valiosas.
3. Poner el foco en lo que no has hecho
Es importante no aportar mensajes negativos sobre el propio desempeño, por nervios o un exceso de sinceridad. Desde ifeel mencionan expresiones como "me hubiera gustado poder hacer tantas cosas" o "qué pena no haber tomado aquella decisión". La autocrítica está muy bien, pero no conviene que el entrevistador se lleve como última impresión que el rendimiento del empleado ha sido pobre y que, por tanto, es bueno que se marche. Por eso, mejor utilizar expresiones como: “"demás de todo lo que logramos, habría sido genial poder alcanzar también aquel otro objetivo, en cualquier caso lo conseguido está muy bien y en el futuro se podrán hacer mejor las cosas".
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