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Cómo conseguir que el síndrome de la impostora trabaje para ti

Síndrome de la impostora. Foto: Getty

Cómo conseguir que el síndrome de la impostora trabaje para ti

No eres la única que lo ha sufrido. Desde Michelle Obama hasta primeras ministras como Sanna Marin y Jacinda Ardern, pero también altas ejecutivas han confesado haber padecido el síndrome de la impostora. Lejos de intentar acabar con él, la escritora Arwa Mahdawi propone utilizarlo como arma.

Elena de los Ríos

Sabemos, desafortunadamente, lo que es el síndrome de la impostora: esa voz interior siempre crítica, siempre negativa, que nos lleva a dudar de nuestros conocimientos e incluso de nuestros méritos a la hora de aceptar un proyecto, un cargo o una aparición pública. Los estudios feministas nos han contado cómo este síndrome, lejos de arraigar en una experiencia puramente individual de la inseguridad, se afianza en las estructuras sociales que minusvaloran automáticamente la autoridad y el conocimiento de las mujeres, solo por el hecho de serlo. Muchos hombres pueden sentirse inseguros y creer, en su fuero interno y sin datos objetivos, que son un fraude. No sufren, sin embargo, un hipotético ‘síndrome del impostor’. No existe un menoscabo estructural de su capacidad intelectual en la sociedad, con lo que no experimentan esa fragilidad de manera colectiva.

El síndrome de la impostora: esa voz interior siempre crítica, siempre negativa, que nos lleva a dudar de nuestros conocimientos

Por suerte, podemos lograr que el síndrome de la impostora trabaje para nosotras, de la misma manera que la pereza contribuye, en no pocas ocasiones, a la hiperproductividad de las personas que se sienten culpables por su desgana. Un ejemplo de que se puede trascender el síndrome de la impostora lo constituyen las biografías profesionales de Sanna Marin, Jacinda Ardern y Michelle Obama, tres mujeres a las que difícilmente podemos considerar un fraude. Lo cuentan en el libro 'Strong Female Lead', de la escritora y periodista Arwa Mahdawi. Las tres han confesado que han sufrido esas dudas, que se han creído inadecuadas o insuficientes a la hora de ejercer de primeras ministras o de primera dama, en el caso de Obama. La respuesta habitual a este tipo de experiencia ha sido proponer acciones, programas y actividades para incrementar la confianza. Ahora, sin embargo, el enfoque está cambiado: ¿y si en vez de asumir la inquebrantable autoconfianza masculina miráramos nuestras dudas de manera productiva?

Mahdavi pone como ejemplo de liderazgo fuerte a estas tres mujeres, Marin, Ardern y Obama, aunque confiesan sufrir la duda interna de la impostora. Sin embargo, todas la utilizan para mejorar su performance profesional. "Es la manera más productiva de utilizarla", confirmó a Ara Mahdawi la ex presidenta de Irlanda Mary Robinson. "Cuando las líderes se encuentran, privadamente o incluso en conferencias y reuniones, suelen compartir esas dudas para tratar de aprender unas de la experiencia de las otras. Es un tipo de conversación que no suele darse entre hombres y, sin embargo, es extremadamente valiosa. No supone un menoscabo de liderazgo, al contrario. Permite estar en constante proceso de mejora por ese deseo de hacerlo lo mejor posible". Ya ves: el síndrome de la impostora puede ser la clave para lograr la excelencia en lo que te propongas. Quizá no nos interese liquidarlo del todo.

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