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Prebióticos y probióticos: descubre sus diferencias y cómo pueden ayudar a tu flora intestinal
Si sufres de digestión lenta o tienes que recuperarte de algún trastorno digestivo, incluye en tu dieta estos alimentos funcionales. Entre los probióticos destacan el kéfir o el miso; y entre los prebióticos, la manzana, la alcachofa o la soja. Te descubrimos cómo y cuándo tomarlos.

Dicen que somos lo que comemos. Aunque, en realidad, sería más exacto afirmar que somos con lo que alimentamos a los billones de pequeñas criaturas que viven en nuestros intestinos. Estos organismos crean un ecosistema propio llamado microbioma. La clave para que sea sano es conseguir un equilibrio entre las casi 1.000 especies diferentes de bacterias que viven en el intestino.
El problema llega, por ejemplo, si se da “una colonización de bacterias negativas que pueden cambiar nuestra flora intestinal y alterar su funcionamiento”, cuenta Giuseppe Russolillo, presidente de la Academia Española de Nutrición y Dietética. Para este experto, mantener una salud intestinal adecuada “es importante”, pero ¿cómo lo hacemos?
Hay dos maneras de mantener este equilibrio: “ayudar a que crezcan los microbios que ya están allí dándoles de comer (prebióticos) o añadir cepas que colonicen directamente nuestro colon (probióticos)”, comenta. A esto añade la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) que los probióticos son “microorganismos vivos que, cuando se consumen en cantidades apropiadas, como parte de un alimento, confieren al huésped un beneficio para la salud”.

Entre los probióticos destacan el kéfir o el miso; y entre los prebióticos, la manzana, la alcachofa o la soja.
La principal diferencia entre probióticos y prebióticos es, al final, que unos contienen microorganismos vivos y otros son una especie de fibra alimentaria, pero ambos son igual de válidos para tu flora intestinal. Si es cierto que, según cada caso, se puede recomendar uno u otro. Por ejemplo, explica el presidente de la Academia Española de Nutrición y Dietética, que “tras tomar antibióticos que dejan al cuerpo sin bacterias, lo más interesante es ingerir más probióticos”.
Y es que estas bacterias y microorganismos se convierten en tus aliados a la hora de protegerte de posibles diarreas provocadas por tratamientos antibióticos, refuerzan tu sistema inmunitario y, además, contribuyen al buen funcionamiento del sistema digestivo.
La principal diferencia entre probióticos y prebióticos es que unos contienen microorganismos vivos y otros son una especie de fibra alimentaria
En resumen, introducir probióticos naturales en tus hábitos alimenticios te aporta beneficios directos sobre la flora intestinal o microbiota, manteniéndola ante cualquier desajuste intestinal, como pueden ser las diarreas, los gases o la hinchazón de estómago. Asimismo, el consumo de prebióticos evitará las infecciones que puedan generarse en los intestinos, y te ayudan a reducir el colesterol y facilitar la absorción de calcio y hierro.
¿Cómo consumirlos?
En una dieta variada y rica en legumbres, yogures, fruta, verdura y cereales integrales, “la ingesta tanto de prebióticos como de probióticos es más que suficiente”, considera Giuseppe Russolillo. Pero si quieres conocer más profundamente las fuentes naturales de ambos, aquí va un pequeño resumen.
Los probióticos y prebióticos protegen de diarreas provocadas por antibióticos, refuerzan el sistema inmunitario y contribuyen al funcionamiento del sistema digestivo
Probablemente el alimento probiótico más conocido es el yogur, que se obtiene fermentando la leche con distintas bacterias. Lo mismo sucede con el kéfir y otros alimentos fermentados como el chucrut- un clásico en la dieta alemana-, la popular kombucha, el chocolate negro o el kimchi.
Por su parte, los prebióticos se encuentran en muchas frutas y verduras –y también en la leche materna- como la manzana, los espárragos, la cebolla o la alcachofa. Para aprovechar al máximo sus efectos beneficiosos para tu salud, se recomienda unos 25 gramos al día de prebióticos. Esta cantidad la alcanzarás rápidamente con una alimentación variada, tal y como avanzaba Russolillo, compuesta por fruta, verdura, cereales integrales, frutos secos y, también, legumbres.
En realidad, la mezcla y equilibrio habitual de prebióticos y probióticos es lo mejor para mejorar y cuidar la salud. Combinarlos da lugar a los simbióticos, que “impiden el nacimiento de nuevas bacterias que limiten el funcionamiento correcto de los microorganismos benignos”, puntualiza la Sociedad Española de Probióticos y Prebióticos (SEPyP).
Con alimentos simbióticos; es decir, siguiendo una dieta sana, equilibrada y variada, tu sistema inmunitario estará más protegido que nunca y tendrás, seguro, una mejor digestión.
Una dieta sana y equilibrada

Cuidar de la alimentación es la mejor manera de disfrutar de un sistema inmunitario sano. En ALDI saben que una dieta basada en frutas, verduras, cereales integrales y legumbres es la mejor manera de cuidarse por dentro y por fuera. ¡Y la flora intestinal la agradecerá!
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