El encanto de lo rural
Naturaleza y gastronomía, riqueza histórica y cultural, cercanía y hospitalidad. Castilla La-Mancha es uno de los destinos perfectos para este verano

En estos tiempos buscamos rincones que aseguren el sosiego y que nos permitan disfrutar de largos días de luz y desconexión, gozar de la naturaleza, del patrimonio desconocido, de espacios abiertos, del sabor de la tierra… y todo eso lo encontramos en el turismo rural. Castilla-La Mancha ofrece todos esos encantos, a los que hay que añadir la cercanía, la hospitalidad de sus gentes y una riqueza natural, histórica y cultural de primer orden. Desde las comarcas del sur de Albacete y el Valle de Alcudia en Ciudad Real, hasta las sierras del norte de Guadalajara, pasando por las planicies manchegas de Toledo y Albacete, o la Serranía de Cuenca, Castilla-La Mancha es un destino muy recomendable, que ya figura entre los más apreciados de turismo rural en España.
Muchos de los rincones para perderse en la Castilla-La Mancha más rural encierran una extraordinaria riqueza paisajística y natural. Los entornos de los parques nacionales de Cabañeros y las Tablas de Daimiel presentan características únicas. Tampoco dejan indiferentes las Lagunas de Ruidera y sus pueblos aledaños: un espectáculo de aguas turquesas, con cascadas y chorreras, inmortalizadas por Miguel de Cervantes en Don Quijote de la Mancha, y que encierra rincones mágicos como la famosa Cueva de Montesinos en Ossa de Montiel. Muy cerca se extiende el volcánico Campo de Calatrava, con afloramientos de manantiales termales y hervideros y pueblos con un sabor muy rural y destacada riqueza patrimonial como Almagro o Calzada de Calatrava.

Turismo Castilla-La Mancha/David Blázquez
Hacia el sur se extiende el Valle de Alcudia. Las encinas salpican un paisaje de gran belleza y con importantes vestigios del pasado, como la antigua ciudad romana de Sisapo en las cercanías de La Bienvenida. Y no muy lejos aparece la silueta de Sierra Madrona, con famosos balnearios, gran riqueza cinegética y lugar destacado para la observación de estrellas calificado como Destino Starlight.
Destino muy apreciado pos su belleza natural son las Hoces del Cabriel, en la provincia de Cuenca. Hoces y cañones similares encontramos, en otros puntos de La Manchuela, comarca repartida entre las provincias de Albacete y Cuenca, con enclaves como Alcalá del Júcar o Jorquera como perfectos “centros de operaciones”.
Las tierras de Hellín y Tobarra, dan paso a las sierras de Alcaraz y Segura, con entrañables rincones como Ayna –la «Suiza Manchega»–, Alcaraz, Nerpio, Bogarra, Liétor o Elche de la Sierra. Hacia el oeste, cerca de Riópar, el nacimiento del río Mundo es lugar de visita obligada.
Cuenca y su Serranía son un privilegiado escaparate de naturaleza en estado puro con coquetos pueblecitos de vida apacible como Villalba de la Sierra, Vega del Codorno o Villar del Huno. La visita a sus parajes singulares debe incluir: el nacimiento del río Cuervo, el Ventano del Diablo, la Ciudad Encantada, las hoces de Beteta y Solán de Cabras, los Callejones de las Majadas, el Parque Cinegético de El Hosquillo, las lagunas de Uña, el Tobar y del Marquesado, el nacimiento del río Júcar o la hoz de Tragavivos. Por la oscuridad y limpieza de sus cielos, la Serranía de Cuenca es otro de los entornos especialmente indicados para la observación astronómica declarado como Destino Starlight en Castilla-La Mancha.
Al norte de la región, en Guadalajara, sorprenden las parameras en las que se levanta Molina de Aragón y su rico patrimonio. No muy lejos se encuentran la entrada al Parque Natural del Alto Tajo, un paraje de agrestes sierras y amplios pinares con el agua como hilo conductor en el que se levantan pequeños pueblos con encanto como Peralejos de las Truchas, Peñalén o Zaorejas.

Turismo Castilla-La Mancha/David Blázquez
Las cotas más altas de Castilla-La Mancha se localizan en la Sierra de Ayllón (Guadalajara). Por sus laderas se extienden los pueblos de la arquitectura negra: Tamajón, Campillo de Ranas, Umbralejo… No muy lejos conviene pasear por el Hayedo de Tejera Negra; considerado como una reliquia botánica es el hayedo más meridional de Europa.
Las altas tierras de Sigüenza ofrecen también un bello entorno rural en el que sierras y parameras se ven surcadas de cañones como el del Barranco del Río Dulce. Pequeñas ermitas románicas, castillos en los altos cerros, aldeas y localidades con encanto austero e intenso salpican estas geografías en las que conviene detenerse en la riqueza patrimonial de Sigüenza y en pueblecitos como Carabias, Palazuelos o Atienza.
Páramos, extensas campiñas tapizadas por fértiles vegas, valles y cerros, y un asombroso conjunto de arquitectura popular salpicada de ciudades monumentales cargadas de historia ofrece la Alcarria. Jadraque, Hitao Pastrana muestran un pasado histórico con una asombrosa variedad de paisajes y entornos naturales.
De las tierras altas del norte de la región pasamos a las grandes planicies manchegas. Es tierra de pueblos ricos en arquitectura popular, marcada por sus paredes encaladas con rodapiés pintados de añil: Alcázar de San Juan, Consuegra, El Toboso... la lista es interminable. Aquí la esencia más rural está muy ligada al espíritu cervantino que se descubre en las calles, plazas y caseríos.
Los Montes de Toledo y la comarca de La Jara ofrecen una naturaleza cuajada de jaras, encinares, robledales y todo el encanto del bosque mediterráneo con pequeños pueblos con un encanto particular alejados de ajetreos como Los Navalucillos, Los Yébenes o Robledo del Mazo. Todavía en la provincia de Toledo, lindando con Gredos, se levanta la Sierra de San Vicente, donde pinos, robles y castaños se adentran en tierras de pequeños núcleos urbanos como El Real de San Vicente, La Iglesuela o San Román de los Montes.
Como postre a este viaje rural hay en la región rincones dispersos, con esa magia de lo desconocido, como la iglesia de San Juan Bautista en Alarcón (Cuenca) con sus espectaculares pinturas murales que le han valido el reconocimiento de la UNESCO; la iglesia de Santa María de Melque en San Martín de Montalbán (Toledo), un auténtico tesoro de origen visigodo; la ermita de Santa Coloma en Albendiego (Guadalajara), con su sobrio estilo románico; la ermita de Nuestra Señora de Belén en Líetor (Albacete) y sus exquisitas pinturas del siglo XVIII; o el monumental Monasterio de Uclés (Cuenca).